lunes, 15 de diciembre de 2014

Sobre la Antropología y su objeto. Tradiciones en La Puebla de Alfindén: el Belén Viviente.

SOBRE LA ANTROPOLOGÍA Y SU OBJETO.  
Bronislaw Malinowski dijo en alguna ocasión que “la Antropología es el estudio del hombre que abraza a una mujer”. Esta definición no nos aclara mucho sobre el objeto de la Antropología, por lo que, yendo un poco más allá, encontramos que nos la presentan como una Ciencia que estudia al hombre en el pasado y en el presente de cualquier cultura. Luego, aparece una definición algo más formal, por la que sabemos que Antropología es la Ciencia que estudia los aspectos físicos y las manifestaciones sociales y culturales de las comunidades humanas…y así un sinfín de definiciones más o menos elaboradas.
Podemos decir que la Antropología estudia las sociedades humanas como construcciones culturales en sus diversos niveles de evolución, organización, desarrollo y cambio. El estudio de patrones de comportamiento cultural, creencias, valores, costumbres, tradiciones y concepciones que preceden y orientan las acciones humanas, es uno de sus fines últimos.

TRADICIONES EN LA PUEBLA DE ALFINDÉN: EL BELÉN VIVIENTE.
En este contexto, quiero hacer un inciso en el estudio de las tradiciones. La tradición, la traditio latina, es “lo que viene trasmitido del pasado”. Es el conjunto de bienes culturales que se transmite de generación en generación dentro de una comunidad. Se trata de aquellas costumbres y manifestaciones que cada sociedad considera valiosas, que selecciona como valiosas entre y frente a otras muchas (que serán descartadas) y que mantiene para que sean aprendidas por las siguientes generaciones como parte imprescindible e irrefutable de su legado cultural.
El concepto de tradición es un concepto complejo y polisémico. Es una construcción social cuyo significado cambia dependiendo de la época, el tiempo histórico, de quienes lo manejen y según para qué fines lo utilicen .Todas las sociedades tienen tradiciones y lo tradicional aparece en todos los grupos humanos, tanto étnicos, como sociales, económicos, políticos, religiosos, etc. Forma parte de la identidad y además, tiene que cumplir una premisa: ser capaz de renovarse y actualizarse para mantener su valor  y utilidad.
Esto quiere decir que una tradición puede adquirir nuevas expresiones sin perder su esencia. Podríamos concluir que si la tradición es una especie de “herencia colectiva”, el legado del pasado, lo es también debido a su renovación en el presente. Se modifica al ritmo de la sociedad, ya que representa la continuidad cultural. Lo que del pasado queda en el presente, eso es la tradición.
Tradición e innovación son, por tanto, categorías que están imbricadas de forma precisa. Cualquier cambio se produce sobre una trama de continuidad y cualquier permanencia incorpora variaciones a dicha trama. Continuar sin renovar se trasforma en repetición, mientras que innovar sin el basamento del pasado, de la experiencia vivencial, supondría vivir en los límites de la irrealidad. La tradición se nos presenta, por tanto, como un proceso inconcluso de creación-recreación, continuidad-discontinuidad, en definitiva, como un sistema en constante renovación.
Cada comunidad, grupo humano, social, por otra parte, construye y recrea su tradición en función de diferentes experiencias vivenciales. Vamos a tomar como ejemplo el Belén Viviente que se organiza en La Puebla de Alfindén. Su origen histórico se remonta a un momento olvidado, sin ser su celebración constante entre los actos navideños. Sin embargo, desde hace algunos años esta “tradición” se ha recuperado, no dejando de celebrarse. Con la colaboración de los alfindeños, sabiendo cada uno cuál es su papel, ha salido adelante, llueva o haga sol, frente a cualquier adversidad que haya podido presentársele.
Decíamos que las tradiciones están íntimamente ligadas con el pasado, con la transmisión inter-generacional de padres a hijos. En esta línea debemos recordar que hace no tanto tiempo el Belén Viviente era, en realidad, un Belén infantil. Cada niño de nuestro pueblo se veía (casi) obligado a salir, por voluntad de sus padres, quienes le inscribían y le preparaban el traje. Por tanto, ya desde pequeños, los alfindeños se veían involucrados en esta representación navideña.
No obstante, fue sustituido por el Belén Viviente de adultos, esto es, se renovó. Ante la escasez de niños que quisieran salir, un grupo de alfindeños decidió convertirlo en un Belén adulto para que no se perdiera: aquellos padres cuyos hijos ya eran demasiado mayores para salir; aquellos niños que, tras haber salido en el Belén infantil, habían crecido; o incluso aquellos niños que efectivamente se habían apuntado al Belén pero que no podían hacerlo por sí solos. De tal forma, aquellos que lo habían vivido se negaron a perder un acto que para ellos significaba algo, que era una tradición de su pueblo.
Por otro lado, desde el principio del Belén cada uno tenía su función y cada cosa tenía su lugar. En aquella explanada de los almacenes del trigo se colocaba el Portal, el Castillo, el río, el pozo, las hogueras… Para cada edad había un papel: los mayores (7-9 años) daban vida a San José, a María, a los Reyes Magos…; los medianos (5-7 años), predominantes, se vestían de pastores, lavanderas, aguadoras…; mientras que los más pequeños (2-4 años) conformaban los rebaños de ovejas. A lo largo del día se recreaba esta escena para que, durante media hora, los “zagales” de La Puebla pudieran vivir y aprender la historia de José y María en el Portal de Belén, viviéndola de primera mano. ¡Y ser recompensados después con un chocolate caliente con bizcochos!
Con el cambio al Belén adulto, ha habido modificaciones, pero no se ha alterado la esencia del acto. La ubicación ha pasado a situarse en el Parque pero la infraestructura (el portal, el castillo, las hogueras…) es la misma. Los niños ya no son los protagonistas, pero todavía podemos ver algún infante vestido de cordero, cumpliendo sus papeles más clásicos. Aunque no se da chocolate caliente con bizcochos, la oferta se ha diversificado: los participantes pasan ahora la tarde del Belén entre migas, moscatel, rosquillas o vino, entre otros productos. Hemos pasado de un Belén predominantemente de imágenes campestres a un Belén dónde lo que se representa es un poblado. Pero siempre con el mismo trasfondo: las ganas de compartir un momento navideño con nuestros convecinos.

  • ¿Participas o has participado en el Belén Viviente de La Puebla? ¿Desde cuándo formas parte? ¿Cuál era o es tu papel? ¿Ha sido el mismo siempre o lo has cambiado?
  • ¿Crees que el Belén Viviente es algo representativo de la Puebla?
  • ¿Podrías imaginarte unas Navidades sin que se celebre el Belén Viviente?
  • ¿Recuerdas cual fue el primer Belén Viviente que se organizó en La Puebla?
  • ¿Qué es lo que no puede faltar en el Belén Viviente?
Déjanos tus comentarios sobre el Belén Viviente: tu experiencia, lo que significa para ti, tus fotografías… O escríbenos a: amigosdelafundacionld@gmail.com Asunto: “Tradiciones en La Puebla de Alfindén: el Belén Viviente”.